Los buzos negros, cascos rojos y pasamontañas de la Ertzaintza se sumaron el 27 de noviembre en Bilbao al paisaje de la calle Urquijo. Se pusieron a la venta 16.300 entradas para el concierto que el grupo de hard rock AC/DC ofrecerá el 4 de abril en el Bizkaia Arena, y la ciudad vivió otra mañana de quejas y desilusiones, después de que cientos de personas pasaran la noche a la intemperie sin ninguna recompensa. El sistema de venta que tantos problemas dio con U2 y Bruce Springsteen, hizo nuevamente aguas.
La policía acudió primero a la séptima planta de El Corte Inglés, donde una multitud se negaba a aceptar que ese centro comercial sólo tuviera capacidad para despachar un total de seis entradas, cuando el primer comprador acudió a su puerta con 19 horas de antelación. Se produjo alguna carrera, y los agentes se dirigieron luego a desalojar la Fnac, que bajó la persiana durante una hora. Pero muchos frustrados compradores no estaban dispuestos a abandonar el lugar sin una explicación que no llegaba.
Había una queja común. ¿Por qué era más sencillo hacerse con entradas fuera de Euskadi? Y es que un comentario se extendió veloz: en ciudades como Murcia y Barcelona se estaban despachando por cientos, mientras la tienda Ikatz de Santurtzi, por ejemplo, no había entregado ni una sola.
“Siendo un concierto que paga la Diputación, me resisto a aceptar que haya más entradas fuera que aquí. El sistema no funciona bien, y es vergonzoso que hayamos perdido horas de estudio y trabajo para nada”, protestaba Aitor, un veinteañero al que le dieron un papel con el número 148 cuando llegó a la calle Urquijo a las 23.00 horas del miércoles. Le acompañaban una mochila, una silla plegable y dos amigos con los que pasó la noche al calor de un saco de dormir, una manta, un termo de caldo, otro de café y algo de whisky.
Cerca, Andoni insistía en que “esto es jugar con las ilusiones de la gente”. La teoría del adolescente es que “las entradas se venden fuera del País Vasco y el que viene gasta en hoteles y restaurantes, lo que viene muy bien a los políticos”.
Last Tour International, productora del evento, envió un comunicado encabezado con esta frase: “AC/DC agota entradas en Bilbao en menos de dos horas”. Un mensaje triunfalista que evitaba cualquier referencia a las molestias de unas horas en que la resignación convivió con escenas de mucha tensión, gritos de “¡sinvergüenzas!” y “¡nos habéis faltado al respeto!”, reclamaciones formales y el episodio protagonizado por la chica que atendía en la tienda Ikatz de Santutzu. A las 11.30 salió a pedir perdón, entre lágrimas y visiblemente nerviosa, a quienes aguardaban en la calle.
Por cierto, los más alterados prometían que la cosa no va a quedar así, e intentaban organizar una sentada que impida el acceso al BEC el 4 de abril.
Por otra parte, la oficina de prensa de Eusko Alkartasuna de Bizkaia ha hecho saber que el partido considera “fraudulenta” la actuación de la Diputación en torno a la venta de entradas del concierto de AC/DC, y pide la anulación de las mismas, así como una nueva distribución “en la que se establezca la venta directa en establecimientos a pie de calle, para que se priorice a los clientes de las zonas geográficas más próximas al concierto”.
Eusko Alkartasuna de Bizkaia considera que “la Diputación, junto a otros promotores del concierto, han estado más pendientes de la rentabilidad mediática del evento que de los seguidores de AC/DC, que en última instancia han sido los paganos de la ineficacia del equipo de Gobierno de la Diputación”.
Pues eso
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