martes, 16 de febrero de 2010

Los huesos de Fito

Gorka Vázquez ha dirigido el videoclip de 'Los huesos de los besos', segundo single de 'Antes de que cuente diez' (Dro), disco que ha colocado una interrogación sobre nuestro admirado Fito Cabrales. Él, que siempre ha espaciado sus grabaciones en solitario con la excusa de no querer repetirse, o no se tomó el descanso de rigor, o algo falló... Porque su última entrega puede presumir de calidad de sonido, pero suena a disco ya escuchado.

El bueno de Fito se recrea en la guitarra a lo Mark Knopfler, incluye la adaptación de un tema ajeno, suena un rock and roll clásico y recupera más sonidos añejos. Tira de raíz. El zydeco asoma en el acordeón de Senperena, el saxo de Javier Alzola (pieza fundamental de Fitipaldis) vuelve a asumir protagonismo y Carlos Raya cumple su función. Y los textos son fruto de lo que el rockero bilbaíno define como "técnica zapping", suerte de composición en la que la letra de las canciones se plantea como una suma de frases, forzado por la imperiosa necesidad de que "cada una ya diga algo". Pero, todo ello, otra vez.

Claro, no era sencillo abrazar nuevamente la excelencia. Ya sabíamos que no es Bo Diddley, y el listón lo había colocado muy alto esta pequeña gran rock star de largo recorrido. Porque lo de Fito, pese a su indudable condición de animal escénico, no fue llegar y besar el santo. Vende muchos discos y el papel se agota a su paso, pero no siempre fue ha sido así. Ha subido a la cima peldaño a peldaño, nadie le ha regalado nada, y quizá por eso, alejado de todo divismo, sabe que no es más que “una puta de cabaret”, un obrero del rock and roll al que sonríen las musas y las ventas. Simplemente, la evolución de los bufones.

"Siempre lo he pensado cuando se habla de música, cantantes y compositores como algo de la élite. Creo que es todo lo contrario; aunque te paren por la calle y salgas en revistas y periódicos importantes, en el fondo la gente te usa para estar a gusto y olvidarse de los problemas durante dos horas. La función de la música es ésa, no creo en revoluciones musicales, ni en nada de eso”, nos confesó hace ya unos años.

Con esa filosofía afrontaba el éxito, y con ella es de esperar que, a corto plazo, vuelva a engancharnos. Y quién sabe si a sorprendernos. Nosotros estamos deseándolo. Porque este músico afable, dicharachero, inquieto y desprovisto de corazas y poses fingidas, sigue contando con nuestro respeto y admiración. We love U.

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