
Pero si me acuerdo frecuentemente de él no es por su cancionero. Ni siquiera por su versión de Mama kin, mi rock and roll favorito de Aerosmith. Es por evocar la inocencia de esa cuadrilla de amigos adolescentes que, como los críos que recorrían las vías en Stand by me (Cuenta conmigo), se acercaban a Vellido, una de las tiendas de discos del barrio, para echar un vistazo furtivo y quedar ojopláticos con la visión de la mujer desnuda que descansaba en el interior de su carpeta doble. Desnuda, sin la mojigata tira que censura la imagen reproducida aquí abajo, tomada de una reedición en CD. Excusa perfecta, por cierto, para reivindicar el tamaño de las portadas de los 12 pulgadas, la belleza contenida en esos 31 x 31 centímetros de cartón que colgados en la pared lucen como el más colorista Kandinsky.

Al margen de la foto, lo dicho, Lies, segunda entrega de Slash, Izzy, Duff, Steven y Axl, me parece un disco bastante endeble de unos roquerillos que querían ser como Aerosmith. Aunque tenía su gracia, porque la cara A es eléctrica, grabada en vivo, y la cara B es acústica. En la primera mitad hay hard rock jevilón, con Axl Rose exprimiendo su característico cacareo, rock and roll al grito de “nice boys don’t play rock and roll” (“los chicos agradables no tocan rock and roll”) y cortes abrigados por metales. En la segunda mandan las baladas, y merece mención especial el muy pegadizo estribillo de Used to love her (“acostumbraba a amarla, pero tuve que matarla”), exponente de una época en la que uno podía convertir un hit cantando a los cuatro vientos “que no la encuentre jamás, pues sé que la mataré”. Cómo hemos cambiado…
recuerdos del pelo largo...
ResponderEliminarviejos blues, queridísimo Eric Burdon...
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