OSCAR CUBILLO nos manda esta charla con El Torta. You know, it's a long way to the top (if you wanna flamenco).
¿De donde sale lo de El Torta?
Je, je. je... Resulta que pasaba un carrito, con bicicleta, como las motos de las pizzas de ahora, y cuando paraba en los bares y bajaba el hombre, yo, que era muy chico, metía la mano a ver qué sacaba y me llevaba las tortas. Ja, ja, ja... De verdad te lo digo. Y hay otra versión: había un guardia civil al que apodaban el Sargento Torta y a mí me decían: ‘niño, eres más travieso y más malo que el Sargento Torta’. Y se quedó como mío. No es broma. Siempre digo la verdad. Yo para decir mentiras, antes no hablo.
¿El Torta cómo ha vivido Jerez?
A mí me conoce todo Jerez y aquí he escuchado cantes buenos, de mi abuelo y de cualquiera que cantaba bien. Tengo el privilegio y la suerte de haber nacido en Jerez. Eso no se ensaya ni se estudia, porque lo tenemos absorbido de haberlo escuchado tanto. Yo siempre estaba escuchando a los antiguos. Iba por la calle, oía cantar, y me metía a escuchar. Y a mi casa venían mis hermanos, mi tío... Dejaba la pelota y me iba a escuchar flamenco, porque me gustaba mucho. De siempre.
¿Por qué le atrapó: va en los genes, viene de familia...?
Lo oí desde muy chico y me impresionó. Yo no sabía que iba a cantar flamenco, ni que cantaba bien ni nada, que todavía no me lo creo. Pero a la gente le gustó mucho y bueno, pues flamenco. Mejor que en la obra.
¿Cómo vio que podía profesionalizarse?
Bueno, sí, mi padre estaba trabajando en la fábrica de botellas, hicieron un concurso, y me llamaron para escucharme y gusté a los mayores. Pero yo empecé a cantar en una venta muy grande. Me escapaba de mi casa y me iba a Los Cuatro Muleros, donde estaban Terremoto, Periquín, Moraíto, Tío Borrico y la gente antigua. Yo ganaba cuarenta duros, fíjate.
Si el cante es sufrir, ¿cómo ha sufrido El Torta?
Bueno, por suerte o por desgracia soy una persona que no he tenido colegio. He estado siempre en la calle y he vivido siempre al lado del aire, del viento, de aquí para allá, con las personas mayores. Ahora no: ya no me gusta la calle. De haber estado tanto tiempo ahí, ya me gusta estar en casa, o estar en un sitio a gusto y placentero, con amigos o lo que sea. Pero ya no en la calle de noche de aquí para acá. Hay gente mala y se me va la cabeza en un momento.
¿Usted es ahora el ídolo de los jóvenes cantaores jerezanos?
Sí, eso dicen ellos. Je, je... ¡Pero eso yo no lo voy a decir! Es verdad que les preguntas a los niños y a las muchachas, y te dicen pues me gusta Capullo (El Capullo de Jerez), o Juan (Moneo, El Torta)... Y en Sanlúcar mismo la gente me lo dice por la calle, aquí mismo en la plaza.
¿Y qué consejo da a estos chavales?
Yo he estado con todos los fenómenos y la verdad que no he estudiado el cante. Y ya la mente no es igual que cuando era joven, ni la fortaleza y las vivencias, ¿no? Pero les diría que no se les fuera el tiempo y aprovecharan y escuchasen mucho. Pero que escuchen a los que ya no están. A los que están arriba. A los que han fallecido, que son los fenómenos. Aquí ya hay poca gente que cante ya bien, como Agujetas, Moneo y dos o tres más que hay. Ya no hay nadie. La firmeza y los puntales del cante están en esos de antes. Para aprender has de escuchar a los que no están. Si no, no te enteras y ya eres otro Pitingo de esos. Esto no vale nada. Esto es marketing.
¿A usted se le ha ido el tiempo?
Sí, me se ha ido, pero estoy en mi mejor momento. Antes no tenía capacidad para pensar, recapacitar ni sentir. Vivía intensamente, pero ahora estoy asentado. En mi mejor momento. Curtido, cuajado. Soy una persona más responsable.
Su último disco, Momentos.
Grabado en directo, quiyo.
Su nombre ha vuelto con fuerza.
Sí, hombre. Se hizo promoción en todas las radios, he cantado mucho en Madrid y el año pasado hice 20 o 30 festivales. Joder, eso es bueno.Ha cantado en el extranjero. ¿Cómo le han tratado, siendo gitano?
Sí, he estado en Japón, Francia... Ahí te tratan mejor que en España, je, je... Aquí se le da valor a las cosas cuando se pierden, pero por ahí dan mucho valor al flamenco y te admiran. Les encanta.
¿Cree en Dios?
Si no tuviera a Dios, sería como no tener ni esperanza ni ilusión, tú me entiendes. También cuando estás peor. Lo bonito es que no aparece, pero ahí está.
La gente está fatal porque no tiene fe.
Está todo descompuesto, todo descompuesto. Vete a Madrid, que ahí no hay más que tiros, o los rumanos...
¿Es evangelista?
Sí, yo he estado en el Centro Evangélico.
Acaban de cerrar un templo evangélico por ruido en Cataluña. Los vecinos denuncian que se juntaban a las 4 de la mañana y se ponían con las guitarras.
¿Sabes lo que pasa? Que son alabanzas para adorar a Dios. Claro, y gritan mucho, eso es verdad. Empiezan ‘¡¡¡eh, Señor, por qué!!!’. Pero tampoco a las 4 de a mañana se puede ir. Coño, vete a las 10, o a las 9, ¿no?
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