lunes, 6 de octubre de 2008
Muck & The Mires. Espíritu sesentero
(Castellón, Madrid, Burgos, Valencia)
No sé si os conocéis. Permitidme que os presente y no os arrepentiréis. Muck & The Mires son únicos haciendo amistades y te embaucarán en cuanto te descuides para que pases la fiesta con ellos. De los años 60 al día de hoy en tan solo dos discos, interesantes anécdotas y una libreta repleta de inolvidables recuerdos.
Muck & The Mires nacen en la mente de Evan Shore. Este bostoniano de corazón bipartito (Ramones/Beatles) venía tocando en diferentes bandas desde mediados de los años 80, despegando con The Queers y continuando en diversas formaciones de sonido garagero entre las que se incluyen nombres poco conocidos por aquí como The Pets, The Nines o, los algo más célebres, The Voodoo Dolls (con los que acompañaron a Ramones en varios conciertos). Pero Evan no destapó su especial frasco de las esencias hasta que un buen día decidió hacer exactamente lo que deseaba, un disco con todo el aroma de los ‘early sixties’, guitarras limpias y energéticas, arcaico modus operandi y un buen puñado de pegadizas descargas de dos minutos. Y que mejor manera de hacerlo que grabar un disco casero tocando uno mismo todos los instrumentos.
Aquella demo titulada a modo de recopilatorio, All Mucked Up (The best of…), venía firmada por unos ficticios Muck & The Mires cuando llegó a las manos del sello de Toronto, AMP Records. El pasado año se hicieron con el título de campeones en el potente concurso que organiza uno de los mayores promotores de rock’n’roll a nivel mundial. Tras perder la final del Cave Stomp neoyorquino frente al oscuro garage de The Priest, se presentaron a la Little Steven’s Battle of Bands organizada en Providence. Resultaron campeones con el consecuente resentimiento de las bandas locales a las que les costó aceptar que el premio fuera a parar a un grupo bostoniano.
Con su segunda y magnífica entrega, Beginner’s Muck, se dieron a conocer como una de las bandas americanas que mejor habían aunado el espíritu sixties de los primeros años de los Beatles con una energía propia de las bandas garageras. No quedó duda de que Evan Shore poseía un toque mágico a la hora de hacer canciones redondas y efectivas. Sus antecedentes pasaban por bandas como The Pets, The Nines o The Voodoo Dolls (remontándose a la primera formación de los Queers) hasta llegar a un caricaturesco comienzo de los Mires, en el que este bostoniano grabó en su casa todos los instrumentos y movió las canciones como si de un grupo extraviado de los sesenta se tratará.
Su tercera entrega, 1-2-3-4 , tal vez no supere a su predecesor, algo difícil de conseguir, pero deja claro que la magia sigue intacta. Ocho temas originales sin que ninguno supere los dos minutos y medio, con estructuras simples, riffs efectivos y pegadizas melodías vocales que te llevan de temas más pausados con origen en Dave Clark Five, Gerry & the Peacemakers o el sonido Mersey (“I never got over you”, “Don’t let her go away” o “One way to know”), hasta la contundente energía del garage originado por la invasión británica (“It’s about over now”, “Falling back on me”, “No one’s gotta know”). Todas y cada una de ellas hablan de relaciones amorosas, recuerdos y rechazos, promesas y mentiras, amores imposibles o defenestrados, mensajes directos que dotan sus letras de un simplismo maravilloso, convirtiendo piezas como “You better write your number down” o “Caught in a lie” en anzuelos ineludibles para los oídos. La única versión recoge una estupenda adaptación de un clásico del northern soul de los Reflections, “(Just like) Romeo & Juliet”, irónica historieta en la que dos jóvenes creen que la pureza de su amor se escribirá en los libros de historia como la del montesco y su amada. El único pecado de 1-2-3-4 es su escasa duración.
(texto facilitado por Gorka Baraiazarra)
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario